Peelings

Los peelings son extremadamente versátiles. Estimulan la piel para su renovación celular.

El peeling es un elemento eficaz en la prevención del envejecimiento. Actúa simultáneamente sobre la epidermis y la dermis. Por un lado, regula el proceso de maduración de la epidermis y, por otro, aumenta la producción de colágeno y elastina.

Los peelings no se limitan a refrescar la piel apagada y cansada. En pieles maduras, ayudan a suavizar las arrugas finas y a devolver la firmeza perdida. También corrigen perfectamente los efectos de la exposición excesiva al sol, como callosidades, manchas, pecas y decoloraciones. Además, los peelings pueden formar parte de la terapia contra el acné y las lesiones derivadas, ayudan a eliminar puntos negros, reducen la inflamación e incluso mejoran cicatrices. La mayoría de los peelings químicos se elaboran a base de ingredientes naturales.

El tratamiento consiste en aplicar sobre la piel, con un hisopo o un pincel, una sustancia en forma líquida, de gel o de mascarilla. Esta permanece sobre la piel desde unos minutos hasta una hora, dependiendo de las propiedades del preparado, la sensibilidad individual del paciente y el efecto deseado. Algunos ácidos, como el glicólico, requieren una neutralización posterior con un preparado especial. Cada sesión finaliza protegiendo la piel con una crema calmante. Uno o dos días después, la piel puede permanecer enrojecida y la descamación suele durar de 3 a 4 días.

El maquillaje puede aplicarse unas horas después del tratamiento, pero si no es necesario, conviene esperar un día.

Las contraindicaciones para los peelings químicos incluyen: exposición solar permanente, alergias cutáneas, uso de antibióticos, Accutane y Retinol tópico, medicamentos cardíacos, herpes, así como piel irritada o dañada.

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